Me desperté temprano,
templada de lluvia
y con un dolor de
desgarro en el alma.
¡La soñé fría!
no quiero ni pensar ese momento,
si los parpados desencajados de sal
ya ni me cierran,
si mi boca seca como
el asfalto,
mascaba tierra
y se llenaba de olor a perro enterrado.
No quiero pensarlo,
un bocado feroz se instalo en el corazón
y el respirar se convirtió en escalada al Everest.
No quiero pensarlo.
Si el miedo empujo a
Morfeo
y le hinco las narices
en el barro
que hubiese sido…
¿Qué será de mi,
cuando ella fría en realidad se vaya,
a buscar las estrellas
a bailar con el más guapo?
Y abandone por siempre a la sangre
a la simiente que
sembró con amor
con su eterna bondad
y
y
jamás un reproche
colgado en sus labios.
Dios no quiero, no puedo,
me niego a pensarlo.
Y sin embargo es la cruz que la vida
nos colgó de regalo,
esa vida que nos da y
nos quita,
y solo en sueños nos permite,
borrarlo.
borrarlo.